Con todo lo que ha adelantado la Ciencia, creo que ya sería hora de que el cinematográfico y novelesco suero de la verdad fuera una realidad de uso cotidiano.
En estos días se habla, se sigue hablando (¡cuánto se habla, en este país, en vez de actuar!) del caso de una joven andaluza, con un asesino confeso y dos cómplices que no revelan qué hicieron con el cadáver, añadiendo, si cabe, más dolor para unos padres que no pueden ni siquiera tener el consuelo de enterrar a su hija.
Lector que me honras con tu atención pasajera:
¿Te parecería bien que a estos individuos se les aplicara el suero de la verdad?
¿Te parecería bien que este suero fuera aplicado a los acusados de cualquier crimen, mayor o menor, violación, estafa, robo, asesinato, homicidio voluntario o involuntario ...?
¡Qué fácil sería aplicar la ley!
Creo que los legisladores y también los jueces deberían poner más de su parte para mejorar la eterna confrontación, el permanente agravio, entre los que transgreden la Ley y los que resultan perjudicados por dichas transgresiones. Estoy seguro que cada persona que lea este humilde artículo sabrá de algún caso en que la Justicia no ha resuelto adecuadamente un conflicto, bien por argucias legales de la Defensa, bien porque el Código Penal (a veces creo que obsoleto) permite una escapatoria al infractor, o por desidia o lentitud del aparato judicial.
Con una herramienta como la que propongo, poco podría hacer el culpable para escapar al castigo, y al ir pensando en ello, deduzco que si no se legisla su aplicación quizá es porque quien debe proponerla teme que un día se vuelva contra él ...
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